Yo tuve homofobia. No se lo deseo a nadie, ni a mis peores enemigos si los tuviera. Si una mujer le acaricia la mano a otra en el asiento frente a vos te da asco. Te aleja de las personas que querés por el simple hecho de que les gustan otras del mismo sexo. Te hace creer que sólo vos tenés la razón, que el hombre y la mujer están hechos el uno para el otro, que se complementan. No lo decís de esta manera pero pensás que el pene entra en la vagina y así se hacen los bebés. No te entra ninguna posibilidad más. La Iglesia, en la que crees con un gran fundamentalismo, sostiene esa verdad. Entonces ni siquiera entendes qué tenés. No te lo cuestionás.
Hasta que llega tu mejor amiga y te dice que está enamorada de una mujer. Es un corte en la cabeza con una piedra, se te abre y sangra. Recién ahí entendés que estabas enferma.
Rosario Marina tiene 31 años, es argentina, colorada y periodista. Estudió la Licenciatura en Comunicación Social con orientación Periodismo en la Universidad Nacional de La Plata. Trabajó como docente del Taller de Producción Gráfica I en la Facultad de Periodismo de esa universidad y hace más de 4 años que es colaboradora permanente en el diario La Nación, Argentina. Estudió un Máster en Periodismo de Investigación, Datos y Visualización en Madrid y trabajó en Guatemala investigando el rol de las mujeres en las pandillas. Antes de llegar a Centroamérica se fue al Sáhara Occidental (África) para seguir a unas mujeres que trabajan buscando minas anti persona para desactivarlas.
La criaron católica, creció feminista. Vivir lejos, aunque sea sólo un año, la hizo amar Argentina.
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